lunes, 31 de octubre de 2011

Memoria rojiblanca

Hoy me han preguntado cómo termina una película que ví la semana pasada, que he recomendado a todo pichichi, y no he sabido responder. En cambio, recuerdo con absoluta claridad el día que el Athletic ganó la final de Copa al Barcelona de Maradona o aquella noche memorable en la que el Liverpool visitó San Mamés. O cuándo Ángel María Villar le dió un puñetazo a Johan Cruyff. O aquella tarde de agosto en la que Franz Beckenbauer se bajó el pantalón en un partido amistoso en San Mamés. O los días de la eliminatoria con la Juventus, en la final de la UEFA, la única que ha jugado el Athletic en competición europea. Como el día que debutó Julen Guerrero o el de la izada de la ikurriña o cuando se hizo oficial el "Iribar, Iribar es cojonudo, como Iribar no hay ninguno" o el del homenaje a Javier Clemente. Cientos de recuerdos imborrables. Uno de esos nombres míticos que conforman mi memoria rojiblanca es Rompecascos, el más famoso seguidor que ha tenido el Athletic en su historia. En su homenaje, hemos puesto su nombre a este blog que pretende aglutinar diversas formas de entender el fútbol, la vida y el Athletic Club de Bilbao.

"Cuando en los últimos años se está lamentando que San Mamés ha perdido parte de su espíritu, a uno le viene a la mente el nombre de Gabriel Ortiz López. Si decimos su apodo 'Rompecascos', muchos dirán “ah, sí, el que se rompía una botella de vidrio en la cabeza mientras decía 'pa' los pollos' para celebrar los goles de los leones”. El más famoso seguidor del club de todos los tiempos fue, además, el precursor del inmortal grito de Athleeeeeetic! que era respondido con el Euup!. Gabriel Ortiz nació en el bilbaíno barrio de Lacruz en 1920. A los catorce años hizo su primera escapada para seguir a los rojiblancos. Logró que un conocido le llevase a Barcelona en un camión de pescado. Como no tenía dinero, también tuvo que buscarse la vida para volver. Lo hizo con los jugadores del Erandio, haciendo una paradita en Haro... A su padre poco le importó que hubiesen ganado los rojiblancos. En 1949 cambió unas letras que tenían en el Solokoetxe, del que era socio, y desde entonces el grito del Athletic no ha dejado de sonar. En cuanto a su mote, surgió cuando tenía 21 años y un marinero noruego le rompió una botella de vidrio en la cabeza. Rompecascos no cayó, pero el marinero acabó en el suelo después de un puñetazo. La última vez que se rompió una botella fue en el 84 para festejar el título del Athletic. Pocos años después falleció, su salud era delicada, pero su recuerdo permanecerá para siempre". Texto aparecido en El Mundo Deportivo

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