Tenía que pasar. Y pasó. No sé si el Granada fue un equipo tan completo como aseguró Mariano García Remón por televisión o tan ramplón y defensivo como afirman la mayoría de nuestros cronistas locales, incapaces ahora de ver más allá del fútbol vertical que preconiza Marcelo Bielsa. El Granada llegó a San Mamés en puestos de descenso y se fue a 5 puntos del Athletic y con un partido menos. Claro que tuvo suerte. Sin ella es muy difícil ganar en Bilbao. Pero también supo jugarle al Athletic, multiplicando sus carencias y anulando sus virtudes. Herrera y Muniain apenas tuvieron presencia y Fernando Llorente luchó sin éxito ante dos excelentes centrales. Y sin ellos, sin el protagonismo de los jugadores que marcan la diferencia, el Athletic no pasó de ser un equipo voluntarioso pero sin criterio, rutinario, sin el desparpajo de los últimos partidos. También sabemos que este Athletic de Bielsa es imprevisible y que merece toda nuestra confianza, aunque el bajón que nos dio ayer a los hinchas rojiblancos fue de los de aupa. El domingo nos espera el Mallorca de Joaquín Caparrós...

 
 
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