Perseguir sombras

"Persiguen sombras", dijo Michael Robinson el sábado de los jugadores del Athletic durante los 45 primeros minutos. Y no le faltaba razón al exjugador del Osasuna. Un Barcelona pletórico, con una intensidad en el juego desconocida en cualquier otro equipo del mundo -como muestra, el gol de Iniesta-, superó en todas las facetas a los voluntariosos muchachos de Bielsa. A pesar de esa apabullante superioridad, a los Messi y compañía les costó doblegar la meta de Iraizoz, en parte debido al excelente trabajo defensivo, con un Ekiza inconmensurable, y a las buenas intervenciones del portero navarro. Solo un gol, a pesar del abrumador dominio blaugrana. En la segunda parte, con la entrada de Ander Herrera e Iker  Muniain, el Athletic recuperó su fisonomía habitual y discutió al Barcelona la posesión de la pelota. Un penalti inexistente, justo antes de la entrada de Fernando Llorente, marcado por Messi, hizo inviable la remontada. Aunque mejoró respecto a la primera parte, el Barcelona fue demasiado rival para los fatigados jugadores rojiblancos, que saltaron al Camp Nou solo 40 horas después del partido contra el Schalke.

Después del partido contra el Sporting, escribí que el equipo de Clemente me parecía carne de segunda. Y mostré mi rechazo a la incapacidad del entrenador de Barakaldo por asumir sus responsabilidades, culpando, como hace siempre, a alguien, en este caso al trabajo anterior de Manolo Preciado, de los malos resultados del equipo asturiano. Algunos entendieron que mis palabras tenían como objetivo ofender al exseleccionador de España. Ayer, en uno de los episodios más tristes que recuerdo, Javier Clemente volvió a demostrar el tipo de profesional que es. Me imagino que todos habéis visto las imágenes. En caso contrario las podréis encontrar en cualquier medio digital. Yo me niego a reproducirlas.