Llorente

En la anterior entrada aseguraba, más o menos, que "el día que Del Bosque se atreva a jugar con dos extremos y un delantero centro, España será letal". Con esta afirmación no criticaba la labor del entrenador en la Eurocopa, me refería a una posibilidad de futuro para un equipo que está a un paso de hacer historia con un sistema, el actual, perfecto para una competición corta como la que disputa estos días, pero que puede resultar excesivamente conservador en otro tipo de situaciones. La Eurocopa no permite experimentos, cualquier error te manda a casa y, ante esta situación extrema, Del Bosque ha optado por el toque en su versión menos vertical, cediendo de principio todo el protagonismo a un poblado centro del campo y a las incursiones por banda de los laterales. El problema es que en partidos tan exigentes como el jugado ayer, los dos de banda tienen que preocuparse más de defender que de atacar y el juego se remite a un demasiado previsible tiki-taka. De hecho, cuando más incisivo estuvo en ataque Jordi Alba fue cuando contó con la ayuda de Pedro, un jugador que ataca pero que también es solidario en defensa. Y por esa banda es por donde llegó el peligro y se vió la vulnerabilidad del equipo de Paulo Bento. Es verdad que la fragilidad lusa llego cuando los Cristiano y compañía, sobre todo su correoso centro del campo, estaban con la lengua fuera. Ahora es cuando me diréis que el cansancio portugués fue consecuencia del planteamiento de Del Bosque, que obligó a Portugal a un esfuerzo titánico para competir de igual a igual con el equipo español. Pues sí, estoy de acuerdo, el sistema de estos días de Del Bosque es el mejor en competiciones cortas y exigentes como la Eurocopa, lo que no quita que más verticalidad, con un referente en el centro del ataque, no sea una alternativa de garantías para próximos compromisos. Y ahí quería yo llegar y explicar la razón del ostracismo de Llorente en esta Eurocopa y su prometedor futuro internacional. ¡Vaya chapa!