martes, 16 de abril de 2013

Optimismo

El Athletic dió el domingo motivos para ser optimistas ante esta recta final de la Liga. Ganó el Real Madrid (3-0) con holgura, pero el equipo de Marcelo Bielsa fue superior durante 50 minutos al equipo blanco. La diferencia, Cristiano Ronaldo. El portugués es un extraordinario jugador, un portento físico y mental capaz de desquiciar tanto a jugadores como afionados contrarios. A destacar el excelente partido de Ander Herrera, demostrando que hoy por hoy uno de los mejores centrocampistas del fútbol europeo. No sería de extrañar que alguno de los clubes más poderosos del continente llamen a la puerta de Ibaigane preguntando por su claúsula.

3 comentarios:

  1. Cristiano fue la guinda de un Madrid muy sólido. La diferencia de pegada marca la diferencia, como se pudo ver en el tercer gol. En la primera parte, Susaeta dispuso de una ocasión de gol, casi sin ángulo, y paradón de Diego López. En la segunda parte, misma situación y diferente desenlace: golazo de Higuain.

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  2. Han permitido a Julen entrar en San Mamés. Me alegro. Desde su exilio en Málaga ha regresado para grabar un documental sobre el viejo San Mamés. Frente a los Llorente, Amorebieta y demás calaña la figura de Julen se engrandece. Claro que visto el trato que presidentes, entrenadores, jugadores, periodistas, socios y aficionados le dispensaron en sus últimos años es lógico que las "estrellas" de hoy en día se larguen. Dijo Urrutia que "algo habremos hecho mal" para que jugadores criados en Lezama quieran irse. Que se fije en Julen y lo entenderá. Menudo imbéc...

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  3. ¿Conflicto diplomático en Ibaigane?. Alguien se puso en contacto con el club para pedir una camiseta firmada por los jugadores para dársela a un preso saharaui que, al parecer, es aficionado de nuestro equipo. La respuesta del Athletic ha sido el silencio. Al final un aficionado compró la camiseta, fue a Lezama, consiguió las firmas y la ha hecho llegar a su destinatario. Rogaría al presidente y a su junta directiva que dejen de avergonzarnos. Y también les agradecería que, aunque sea por una vez, den la cara y no se refugien en el silencio cobarde. La mediocridad de estos dirigentes parece infinita.

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