El Athletic-Barcelona de ayer fue un gran partido, entre un equipo superlativo y otro menor con ansias de grandeza. Comentó Guardiola después del partido que no había visto nunca un equipo tan intenso. Y tanto, lo único que el mister catalán se equivocó de club. El mérito ayer del Athletic fue aguantar las embestidas blaugranas sin bajar nunca la cabeza, sin empequeñecerse, conocedor de su inferioridad pero dispuesto a batallar hasta el último minuto. La suerte quiso que se pusiera por delante pero hubiera sido demasiado injusto para el esfuerzo de los Fábregas –impresionante su derroche de fútbol y fuerza-, Iniesta, Messi y compañía. Bielsa ha conseguido el milagro de esconder las carencias y destacar las virtudes de sus jugadores hasta ser capaces de tutear al mejor equipo del mundo.
El sábado, en su muro de facebook, mi amigo Víctor Gardeazabal escribió un texto premonitorio del gran partido que jugaron ayer el Athletic y el Barca: "Fin de semana borroscaso en Bizkaia, incluido domingo. Frío, lluvia y, quizás, granizo. Pinta bien. Quizás, nuestros mejores aliados para convertir San Mamés en el tanque de tormenta perfecto para ahogar al todopoderoso Barca. Habrá que bregar duro, eso sí, como Urdaibai en la regata definitiva de la Concha este año. Confío en nuestros muchachos, a pesar de los síntomas de cansancio en tierras austríacas. Sueño con el balón encharcado que entra en la red culé con remate de Toquero entrando como arponero hiriendo de muerte al gran cetáceo blaugrana. Y Piqué y Pujol mordiendo tierra embarrada de la Catedral. Sagrada. La vamos a liar. Lo presiento".
Las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra. 11[…] aquel día saltaron todas las fuentes del gran abismo, y las compuertas de los cielos se abrieron, 12y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches.
Génesis 7, 10-12

 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario