lunes, 7 de noviembre de 2011
Hinchas
Cuándo me preguntan por qué no voy a San Mamés pese a ser socio, siempre contesto con evasivas. Busco las respuestas más peregrinas cuando la razón es muy clara: no aguanto a la gente y menos al hincha de fútbol. Un erudito en cualquier otra materia no vocifera para tener más o menos razón. En el fútbol sino gritas no existes. Puedo soportar que una persona se pase 80 minutos despotricando de un jugador, por ejemplo Llorente, y, como mete un gol en el 85, oírle decir a continuación que es el mejor delantero del mundo. Eso tiene un pase. La última vez que fui a La Catedral tuve que oír lindezas del calibre de “negro, vuelve a África” y yo ya no estoy para esos trotes. Amo el fútbol a pesar de los hinchas, la prensa, los directivos y algunos entrenadores.
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