Partido de vuelta de Copa contra el Oviedo, un día laborable, aunque se celebrara Santo Tomas, a una hora intempestiva, 10 de la noche, con frío y lluvia racheada por viento gélido. Victoria por la mínima y pase a la siguiente ronda con poco espectáculo. Aglomeraciones y espera en las estaciones de Metro Bilbao, con servicios mínimos por huelga, a la hora de volver al calor del hogar. A pesar de todas estas inclemencias y contratiempos, más de 20.000 aficionados se dieron cita en San Mamés. Y no es la primera vez en las últimas temporadas. Con lo a gusto que estarían en el sofá de su casa, viendo el partido a través de Canal Plus Liga, disfrutando de una cervecita o un chocolate humeante con el salón a 21 grados de temperatura, y las zapatillas acolchadas. Para, una vez finalizado el encuentro, miccionar tranquilamente en el baño y meterse en la cama, que al día siguiente hay que estudiar o trabajar o sellar la cartilla del paro. Son los socios, abonados e hinchas incombustibles, fieles a sus colores hasta el infinito. Muchos de ellos se quedaron sin entrada para disfrutar de la final de Copa en Valencia hace dos años. No había para todos, y el club tenía muchos compromisos sociales que atender, sobre todo con abonados a Canal Plus Liga y aficionados con zapatillas de andar por casa. Incurre de esta manera en una gran injusticia. Por ello, pienso que el Athletic debiera imitar a clubes de otros países, como el Arsenal de Inglaterra, que han instaurado un sistema para "premiar" a sus seguidores más fieles e incondicionales a la hora de adjudicar entradas para finales y partidos decisivos y especialmente atractivos. Con un mecanismo tan sencillo como el de las cartillas de fidelización. Vamos, que propongo que el club se plantee crear una nueva localidad, que no existe aún en La Catedral: LA PREFERENCIA ALTA.
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